miércoles, 30 de enero de 2013

ARDILLAS, PERO NO DE UN CUENTO


Biólogos buscan acabar con las ardillas de vientre rojo. Causan graves daños en campos y en zonas urbanas.

Etiquetado como un animal angelical, protagonista adorable de cuentos infantiles y sinónimo usado para describir una persona despierta y lucida, la ardilla muestra su rostro menos simpático. Hablamos de la ardilla de vientre rojo que desvela a los pobladores de la provincia de Buenos Aires.
Los biólogos del programa Ecología de Mamíferos Introducidos (EMI) de la Universidad Nacional de Luján están en la búsqueda de métodos eficientes que logren controlar o erradicar esta especie de ardilla (Callosciurus erythraeus) no nativa, que ya logró establecerse en las localidades bonaerenses de Luján y Escobar, en La Cumbrecita de Córdoba y en la santafesina Cañada de Gómez.
Según publicaciones del grupo EMI, los problemas ocasionados por estos roedores son diversos y se observan tanto en zonas rurales como urbanas ya que no le temen a la presencia de la gente. Causan disgustos a quienes tienen árboles produciendo descortezamientos, se comen las flores y los frutos destinados a la comercialización y carcomen los cables de teléfono y sistemas de riego.
Al respecto, la directora del equipo de trabajo e investigadora ajunta del CONICET, María Laura Guichón señaló que “la meta general es obtener información sobre distintos aspectos de la ecología de invasión de la ardilla de vientre rojo en Argentina para conocer este proceso, evaluar los impactos que causa y proponer posibles pautas de control o erradicación”
También, advirtió que el principal problema sería que las ardillas lleguen al Delta ya que es una zona muy valiosa desde el punto de vista de la conservación y provocarían profundos deterioros.
Para terminar con los problemas causados por las ardillas introducidas hay dos opciones: control o erradicación. Lo  ideal en cuanto a costos siempre es la erradicación, porque el control implica el esfuerzo de mantener la población debajo de un umbral de daño para siempre y eso genera mucho gasto en plata y recursos.
Además, por último aclaró que hay un inconveniente con las opciones porque al ser las ardillas una especie carismática, que a la gente le gusta, es bastante difícil plantear la erradicación total ya que significaría matarlas, aunque en realidad, hay que pensar que son roedores silvestres como las ratas”


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